Un domingo cualquiera…

Un domingo cualquiera

 

Un domingo cualquiera.

Se nota que es un domingo cualquiera.
Todo el edifico está en calma.
Duermen o se hacen los dormidos.
Solo hay silencio, suena la nada en la ciudad.

Fuera hace frío,
los cristales están impregnados de vaho
y el ambiente gris.
¡Cuánta quietud!

Dan ganas de pasar la mano
cómo una niña traviesa
y hacer un agujero de luz.
¿Pero quién puede atravesar el cielo?

Sonrío, recordando, las veces que le decía a Chris (ocultando mi risa),
que si frotaba la ventana,
se quedaría manchada.

Él todavía quería asomarse más allá.
Con cara de entusiasmo.
Incluso dibujar y dejar sus huellas efímeras,
con sus dedos que volaban.

Ahora es mayor, un hombre.
Pronto se marchará.
Parece mentira cómo ha pasado el tiempo.

Sus manitas regordetas,
ahora son manos que sujetan y transforman su mundo.
Siempre ha sido hábil con ellas.
Medio artesano, medio creativo, un poco chiflado.

Tan distintos y tan parecidos.
Que hubo momentos que me costó comprender.
Otros aprendí, mucho.
Él siempre se ha atrevido a ir más allá, rozar sus límites.
Yo siempre más precavida. Me asustaba.
Ahora, ya no…

 

Elisa Peinado-Psicóloga en Zaragoza