Familia

Familia

 

El deseo de tener un hijo y formar una familia comienza en la fantasía de las niñas cuando jugamos a ser mamás, acunamos y alimentamos a nuestros bebés/muñecos. Les tratamos con verdadera dedicación, hasta que nos aburrimos y les dejamos tirado en cualquier parte. Olvidado. Luego si nos apetece jugar de nuevo, pues volvemos. Hasta aquí todo natural, ¿verdad? Es una niña. No es una familia real.

Este es el arquetipo de mi época (una ya tiene sus años), pero lo podemos actualizar con hombre o mujer, lo importante son las funciones que llevamos a cabo, no el género. En nuestro psiquismo va germinando el deseo de armar una familia, tener unos hijos. Nos ilusionamos y fantaseamos cómo será, a quién se parecerá, chico o chica, etc. Luego nace, si todo va más o menos bien y los papás tienen una buena disponibilidad, el bebé irá creciendo saludablemente.

Cómo veis, todo, es una incesante interacción. El bebé si cuando nace no se encuentra con una familia /mundo /alguien en función materna que lo alimente física, pero también emocionalmente, morirá. Sin ninguna duda. Todos entendemos que si una persona no come, se muere de hambre. Lo que nos cuesta más comprender es que si no le damos nuestra comida emocional, unos brazos que sostienen, arrullos que van componiendo un idioma común entre los dos, calmarlo cuando llora, en definitiva, entrar en su sintonía y ritmo tan especial hasta que pueda ir creciendo, tendrá unas consecuencias inevitables. Se le irán creando como “agujeros” (por lo que no hubo) en su esbozo de psiquismo y sus cimientos para la vida estarán un poco o un mucho, tambaleándose. ¿Morirse de verdad? No. Pero algo fallará (en palabras de Winnicott”, psicoanalista y pediatra ingles) en su sensación de autenticidad, de sentirse real consigo mismo y de continuidad en su existencia.

Freud, el padre del psicoanálisis, hablaba de las “series complementarias”, algo con mucho sentido y una actualidad absoluta. El desarrollo psíquico de una persona va a depender, de la carga genética que trae al mundo y del ambiente emocional familiar que le haya tocado en suerte. Luego el círculo se ampliará a todo lo que vamos viviendo con las distintas personas que nos rodean y las distintas experiencias que vamos atravesando. Junto a los legados conscientes e inconscientes de generaciones anteriores, que no se han resuelto y de alguna manera se heredan psíquicamente, de un modo directo e indirecto, Y por supuesto, el momento historicosociocultural en el que nacemos, es muy diferente lo vivido hace 50 años, que 30, que 15. Todo lo mencionado nos irá dejando huellas para bien o para mal, constituyéndose ese collage particular de cada uno y la posibilidad de poder tener más o menos salud mental.

Salud mental, que yo no la entiendo como el opuesto de enfermedad mental. Para mi estar bien psicológicamente es sentirse vivo uno en su vida, con capacidad de sentir pasión, ilusión, deseo, de tener una buena capacidad de adaptación, tolerar la frustración y buena autoestima, etc. Y por supuesto, conocer nuestras limitaciones y tener fortaleza para atravesar nuestros desiertos de tristeza, ansiedad, duelos….y un largo etcétera.

Así que la familia no somos culpables de nada, no creo que sea el concepto adecuado. Ser padres no es sencillo y aunque hagamos todo lo posible, siempre algo faltará, sobrará, no habremos pensado en esto o en aquello, etc. Es importante tener en cuenta el concepto de Winnicott, “ser una madre suficientemente buena”. Lo ampliamos a ser unos padres suficientemente buenos. En el primer acto de la inauguración de la vida, seremos protagonistas, para luego irnos situando en segunda, tercera o en bambalinas. Todo un arte estar primero e ir dejando de estar, estando siempre. También siendo muy conscientes de nuestra co- responsabilidad junto a otros muchos factores como hemos visto, pero el nuestro, el ser padres, es uno fundamental. Por eso es tan importante que cuando decidamos tener un hijo, sepamos que no es el bebé/muñeco del principio ¿os acordáis? Este, el humano, si que necesita que le demos una continuidad a nuestra crianza, que le escuchemos en su individualidad, que vayamos de una dependencia absoluta a respetar su independencia y que aceptemos como es, al hijo real no el hijo de nuestro ideal. Porque ahora ya no somos la niña que nos olvidamos de él, dejándolo tirado, por no mirarlo y acompañarlo realmente.

 

Sigmund Freud https: //es.wikipedia.org/wiki/Sigmund_Freud
Donald Winnicott: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/w/winnicott.htm

 

 

Foto de Sergey Makashin: https://www.pexels.com/es-es/foto/abuela-positiva-e-hija-con-bebe-divirtiendose-en-el-sofa-5444883/

 

Terapia de niños

Elisa Peinado-Psicóloga en Zaragoza