Gosthing, cada vez más frecuente en nuestras (no) relaciones

Gosthing

 

Gosthing es un término anglosajón, que viene de ghost, fantasma. Describe la forma fulminante en que una persona puede desaparecer de la vida de otra, sin dejar ningún tipo de rastro, y por supuesto, sin explicación alguna.

Cada día es más frecuente, sobre todo desde la eclosión de las redes sociales. ¿Quién no ha escuchado de alguien que a través de alguna aplicación ha conocido a una persona, “conectan” y de pronto… se esfuma?

Es el caso de María, una mujer de 30 años, atractiva, sensible y con ganas de armar una pareja. Entra en Tinder, después de muchos matchs y desilusiones, aparece Iñaki, conectan y surge una complicidad entre ellos especial. Se dan los WhatsApp y después de unos días de una apasionada seducción, sin cuerpo (pero no por ello menos emocionante) deciden quedar. Imaginemos la cara de María cuando por la mañana con la sonrisa radiante, espera el WhatsApp de buenos días y lo que se encuentra es que la ha bloqueado. Toda la ilusión, pasión, complicidad y fantasías derrumbadas. Arrasada por una estupefacción sin nombre, culpa de que había hecho mal y dolor, mucho dolor.

Podemos pensar desde nuestra lógica, que claro no se conocían en persona y desde aplicaciones de este tipo, ¿qué se puede esperar? Pues lamento decir, que lo mismo que desde una relación “real”, no virtual, si hoy en día esto tiene algún significado.

Sonia, una mujer posicionada profesionalmente, hecha a sí misma. Separada y con un hijo. Me cuenta llorando, su desilusión con las relaciones, pero ella va un paso más allá, habla de confianza, de creer en las personas. Explicándome  como se diluye una relación  cuando tiene que sortear un obstáculo. Había conocido a Pedro hacia años, tuvieron una historia de meses y rompieron. Él reapareció al tiempo de manera casual a través de Facebook, quedan a tomar algo, se sienten a gusto. Juegan a sentirse vivos, sin tocarse. Y ella se ilusiona, pero un día antes de quedar, le dice que se siente muy confundido, quiere ser honesto y vuelve con su ex. Al tiempo se vuelve a repetir la historia. Cuando ella le dice que es la segunda vez que ocurre, muy dolida de sentirse usada y no escuchada en sus sentimientos. Él la bloquea de todas las redes sociales, sin más explicación y con poca cintura para afrontar lo que había ocurrido. Ella no daba crédito, no se lo esperaba. La herida de un segundo rechazo, del bloqueo como respuesta, de no sentirse tenida en cuenta como persona, la llevaron a revivir  un fantasma más arcaico y temeroso de su propia historia.

Aunque las dos viñetas anteriores son dolorosas, decepcionantes y marcan una desconfianza básica a la hora de vincularnos. Nada que ver con lo que vivió Andrés, el día que llegó a casa de trabajar y se encontró con el piso medio vacío y una nota en el frigorífico de despedida, en la que su  pareja le pedía no se pusiera en contacto con ella y no hiciera las cosas más difíciles. Andrés no daba crédito a lo que estaba viviendo, tuvo que comenzar una terapia para poder digerir lo traumático de una situación de este tipo.

Todo lo que atravesamos hoy en día, como  las relaciones efímeras,  el tratar a las personas como objetos que se usan y se tiran, la poca capacidad de afrontar las dificultades y aguantar el tipo, la intolerancia a la frustración, perfiles falsos detrás de existencias vacías o de vidas paralelas y un largo etcétera, son posibles causas del ghosting o en términos españoles,  del fantasmeo, en su más amplio sentido de la palabra.

Sin duda, el  contexto socio histórico capitalista, consumista (también de relaciones) y narcisista que vivimos tiene mucho que ver en esta forma de cerrar las relaciones de un modo tan cobarde, poco maduro y nada empático con el otro. Porque por supuesto esto tiene una repercusión psicológica y emocional para quien lo sufre.

La forma de tramitar esta experiencia como todo en la vida, dependerá de cada persona, en concreto de su estructura psíquica, de su implicación afectiva y también de las cicatrices anteriores. Pero en mayor  o en menor medida, produce un schock, un trabajo de elaboración del duelo, de lo que podría haber sido y ya no es, En muchos casos,  les atormenta la  culpa,  sintiéndose responsables por lo acontecido, desconfianza para crear una relación e inseguridad para sentirse de nuevo ilusionados y/o deseables. Y en menor número,  es la gota que colma el vaso, inundándoles  emocionalmente y produciendo una crisis importante, que necesitara de la ayuda de un psicólogo o psicoterapeuta para poder recolocarse de nuevo e investir la vida.

En conclusión, quien hace ghosting, pensamos que desaparece sin dejar huella, ¡pero no!

Elisa Peinado-Psicóloga en Zaragoza