Detrás de la felicidad

Detrás de la felicidad

 

Hoy en día corremos detrás de la felicidad, como si fuese algo que se pudiese alcanzar y ya se quedase con nosotros para siempre. Vista de este modo, bien merece la pena sacrificar cualquier cosa, en aras de conseguir semejante tesoro. ¡Hasta a nosotros mismos!

Podemos estar trabajando sin descanso, para amasar dinero, creyendo que  en algún momento nos dará la tan esperada felicidad. Sin poder atisbar que se nos va pasando la vida.

Otros prefieren dejarse llevar por el consumismo voraz. Cómo niños caprichosos comprando mil objetos, que una vez poseen, rápidamente se pone el deseo en otro… O bien entrar en espirales sin final, llevando a cabo múltiples tratamientos corporales buscando la eterna juventud . También están los que quieren tiempo libre para dedicarlo al ocio, pero con una organización e intensidad milemetrica para no perder ni un segundo, sin percibir que lo que pierden entonces es el placer anhelado. En definitiva, nos hemos convertido en consumidores voraces de cosas, relaciones afectivas, de cuerpos fríos, de desafíos continuos y de ideales inalcanzables.

Tenemos una dificultad enorme para darnos cuenta que nos agotamos intentando alcanzar un final idealizado, sin poder conectar con nosotros mismos y nuestra esencia. Nos borramos por el imperativo interno y social. ¡Si te esfuerzas puedes lograr lo que desees!

Y por si fuese liviano el peso de semejante demanda, le damos una vuelta más de tuerca para exigirnos que lo hagamos siendo positivos y sonrientes. Aunque no podamos con nuestra alma. ¡Da igual! Hay que continuar.

Acabamos teniendo el efecto contrario de lo deseado. Una sociedad que proclama como estandarte el positivismo, la libertad y la felicidad. Nunca había estado tan enferma y necesitada de tratamientos farmacológicos para la depresión y la ansiedad.

Según el filósofo coreano Byung-Chul Han, somos “la sociedad del cansancio”. Abrumados por nuestra propia exigencia narcisista insaciable.

Tenemos dificultad para parar físicamente y relajarnos. Descansar, dormir y escuchar nuestro cuerpo. Contactar con lo más interno nuestro. Buscamos el ruido incesante, cómo si el silencio y la calma, nos recordaran demasiado al parar de la muerte.

Sin tener en cuenta, que la felicidad es un estado etéreo. Tan sutil que al sentir que nos acompaña, tarda poco en huir por cualquier rendija.

 

Byung-Chul Han https://es.wikipedia.org/wiki/Byung-Chul_Han

Sociedad del cansancio https://www.ideasimprescindibles.es/sociedad-del-cansancio/

 

Elisa Peinado-Psicóloga en Zaragoza